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tropo sutil - la ironía y su mundo :->

La Ironia, la sonrisa del intelecto...

Una semana más... he preparado un texto para esa bitácora. (texto corregido el 21 de octubre de 2004)
Se trata del resume del prólogo del libro “ l’ironie, le sourire de l’esprit” escrito y dirigido por Cécile Guérard.. No me alargo más en la presentación y dejo paso a esa tranducción tan mía franco-española. :o)

Si bien que la ironía como eurôneia es la ironía socrática; la ironía como burla es la que anima las conversaciones del siglo XVIII. En esa época, la ironía peca de insolencia, y el maestro de la ironía amarga del momento es Voltaire (1694-1778).


Según Jankelevitch , (1903-1985) (filósofo francés, cuyas obras suelen servir de referencia en tema como la ironía), “la ironía, aun desinteresada, no es gratuita. La ironía es un juego serio. Una gracia sin segunda intención no sería irónica, sino simple payasada”.
Pero la ironía no deja de ser algo muy sutil: Es una sonrisa, una mirada, modestia e inmune a la decepción y al desencanto.


Sin embargo es frágil y basta de poco para que sea lo que no es: el cinismo. “Es Sócrates delirando” dice Platón de Diógenes. El cinismo suele ser considerado como un egoísmo de la ironía. El cinismo no reconoce ninguna dualidad ni relatividad. La ironía, por el contrario, implica un fondo de contradicción en las cosas, y porque existe esa dualidad, la ironía puede jugar con varios peones a la vez. Cuando la ironía engaña es para ayudar y no para desorientar. No se compromete ni con la hipocresía, ni con la mentira. Si elige caminos sinuosos es para ir hacia la rectitud, porque la verdad no se deja atrapar fácilmente.


El ironista, oblicuo pero no retorcido, es aquel que no quiere ser creido, sino solamente ser comprendido. Pudoroso ya que sugiere en lugar de darse a entender, el ironista habla poco y al revés a las personas, a las cuales le tocan entenderlo. Voltaire ya anotaba en su diccionario filosófico : “Los libros más útiles son los que cuyos lectores completan, ellos mismos, la otra mitad”.


Pero mucho cuidado, el discurso irónico es frágil y arriesgado: males entendidos, ausencia o mala recepción del mensaje, el ironista tiene la responsabilidad de sus fracasos.
La ironía sólo existe en el instante mismo en que va a ser descubierta. Apoderarse de ella es hacerla fracasar. El ironizado pasa a ser el cómplice del ironista. Temer, ofenderse, vengarse de la ironía es signo de que uno no la entiende y/o que se carece de ella.


Aquel que es capaz de apoderarse de la ironía y comprenderla, es igualmente capaz de utilizarla. Se maneja, en efecto, como se maneja un arma. Hace falta de cierta habilidad y virtuosidad, ya que puede volverse rápidamente contra su autor. El ironista es un funámbulo deslizándose sobre el hilo de las palabras, haciendo malabarismo con las ideas, con el riesgo de pasar a ser definitivamente y totalmente lo que sólo es provisionalmente y parcialmente.


Resumiendo

En su más estricta definición, la ironía es un método, un ejercicio práctico para acercarse al conocimiento y a la verdad. Gnóstica, ella participa en nuestro perfeccionamiento interior. Identificar la ironía a una burla insultante, es sofocarla. Se puede apreciar el consejo de Voltaire a d’Alambert: “andar siempre con la risa burlona en el camino de la verdad”.
La ironía saca fuera del escenario de cada día, el pensamiento único, las ideas fijas, los prejuicios, los obsesivos, los exaltados por menos que nada y los admiradores de todo.


La ironía revindica el derecho al amateurismo: un poco de todo es mejor que todo de una única cosa. Ella consagra el "espíritu de fineza". Su curiosidad es la del dilectante: quejarse de todas las ideas sin por ello, dar algunas. Nada de vivir o morir por ellas. Es una muralla eficaz contra el fanatismo.


Más que una forma de discurso y/o de retórica la ironía es un modo de vida, una actitud. Conciencia siempre en movimiento, la ironía convoca y revoca las cosas como Penélope hace y deshace su tapicería. La ironía no cae en el escepticismo. Sería más bien el optimismo del pesimismo. La ironía, sea socrática, romántica, clásica, etc.., es sobre todo una risa y hace reír. La ironía es la risa de la complicidad con las cosas que nos rodean, una risa del conocimiento, del espectáculo del mundo, la alegría reencontrada ante la belleza y la simplicidad


¿La ironía no sería, pues, ella misma, la sonrisa humilde y liberadora de aquel que se sabe mortal?


Tropo Sutil ;->

2 comentarios

Jesus Reynoso Maciel -

muy buen articulo, me agrado y alegro la noche leerlo. soy un amante del ironico, pero no por eso un ironista. sigue asi, tienes en mi a un lector aferrado a tus articulo.

Raquel -

Prelistada en el directorio de Bitacoras.com :)

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