Quiero hacer eco... de la noticia parecida en la revista
CLIO del mes de noviembre 2004.
Reconozco que las novelas históricas no ocupan el mejor puesto en mi lista de lectura, y creo que en el de otros tampoco. Sin embargo los últimos libros más vendido son novelas de
historias casi de ficción (por apoyarse en pruebas y hechos históricos).
Que sean best sellers creo que cualquier de nosotros a esa altura, no vemos nada malo en ello. Ahora que la gente que lea ese tipo de libro y se crean al dedillo todos los argumentos sobre los cuales se apoyan - cuando se ha repetido hasta la saciedad de que no son correcto - no dejar ser otra de las Grandes Ironías de la vida socio-política en este nuevo siglo ;->
(Se cambian fechas, no se describe con exactitud un lugar, se traduce según convenga las iniciales ej: P S en la famosa iglesia que aparecía en el "Código Da Vinci".
El sacerdote esta harto de decir que son la iniciales de San
Pedro y San
Suplicio patronos de esta iglesia y no del Priorato de Sion; y un largo etc.).
Y ¡ojo! Que que no les van a convencer del contrario ;o). Así, pienso que si queremos leer ficción que leamos ficción, si queremos leer novelas históricas, pues lo mismo; pero que la gente tenga algo de sentido comun si lee una mezcla de las dos, sino Dios tendrá que salvar algo más que América ;->
A continuación os dejo parte de ese articulo
En los últimos veinticinco años, desde loa publicación en 1.980 de El nombre de la Rosa, el dominio de la ficción se ha nutrido a menudo del campo de la historia. No era la primera vez que ocurría, pero sí se iniciaba un nuevo referente literario con gran repercusión mediática. Surgieron los llamados best sellers de calidad, como el citado libro de Humberto Eco o las famosas Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, en los que la historia daba fe de una trama.
La década de los 90 fue la de Alatriste, Alexandros y el Egipto de Christian Jacq. Grandes éxitos que, aunque ocasionalmente tenían algunos deslices - desde el punto de vista histórico - , globalmente retrataban bastante bien los períodos expuestos.
El cambio de siglo vino marcado por la consolidación de la novela histórica como género literario dominante en las principales listas de venta, con gran proliferación de títulos y editoriales especializadas. Llegados a este punto, nada hacía auspiciar grandes cambios. Sin embargo, la última temporada ha visto aparecer la explosión de un nuevo fenómeno editorial. Las listas de ventas se han colapsado con títulos como La hermandad de la Sábana Santa, El último merovingio, El enigma del cuatro o El club Dante... y, por supuesto, El código Da Vinci.
En todos ellos parece reproducirse una misma estructura: personajes históricos y misteriosas sociedades secretas aparecen implicados en una vibrante trama de corte policíaco. El rigor histórico ya no es importante (la historia incluso es falseada a propósito), la calidad literaria tampoco. Pero son libros de fácil lectura, entretenidos, que parecen satisfacer la curiosidad de los lectores.
Desde CLIO nos duele que este sea el signo de los tiempos, porque, aunque aceptamos que una obra de ficción no tiene por qué estar prisionera de un contexto histórico, nos apena ver la historia reducida solo a un sencillo escenario de cartón piedra, y sobre todo nos entristece ver cómo se inventa un pasado, a medida, para cuadrar el argumento de una novela. La confusión que provoca esta nueva moda editorial puede llegar a ser irreparable.
Tropo Sutil ;->